¿Búhos y alondras Hábitos de sueño y convivencia?

Los seres humanos tenemos un reloj biol?gico alojado entre los hemisferios cerebrales en la base del cerebro, el hipot?lamo, este tiene n?cleos espec?ficos y uno de ellos es el n?cleo supraquiasm?tico, encargado de nuestro ritmo sue?o-vigilia.

Este n?cleo supraquiasm?tico del hipot?lamo se maneja con un juego de neurotransmisores (hormonas cerebrales) que generan la vigilia (estar alerta, despierto) y el sue?o (estar dormido), con receptores (cerraduras) que la hormona melatonina (llave) estimula y se genera el sue?o, lo mismo sucede con los glucocorticoides del cerebro que mantienen la alerta. Ambas hormonas tienen un ritmo aproximado de 24hs. (nuestro ritmo diario), 16hs, de alerta contra 8 de sue?o; pero no todas las personas inician su tercio de sue?o a la misma hora, as? los adolescentes en general lo hacen m?s tarde que el adulto o el anciano que lo inicia mucho m?s temprano  y lo termina a la madrugada, entre las 5 y 6hs, por eso los abuelos se levantan tan temprano y los nietos pueden dormir hasta el mediod?a.

Es por esto que los especialistas en la biolog?a del sue?o han dividido a los seres humanos en dos cronotipos diferentes, b?hos a los trasnochadores, los que producen m?s a la tarde noche, y alondras a los tempraneros que encuentran en la ma?ana temprano, su mayor productividad. El siguiente es un art?culo sobre la experiencia de una mujer que trat? de encontrar su cronotipo en las alondras cuando en realidad es un b?ho neto.

Desde que soy muy chica me cuesta dormir de noche. A los cuatro a?os, mi hermano ya se despertaba a las siete de la ma?ana para ir a jugar, y a m? no me pod?an sacar de la cama hasta las once. A los doce, me quedaba despierta hasta las tres o cuatro de la madrugada, sin poder pegar un ojo, leyendo o escribiendo, alumbrada por un velador tenue. A los veinte, pasaba toda la noche despierta y a las seis me iba a la facultad. Si dorm?a, lo hac?a a la tarde o reci?n al d?a siguiente. A los treinta, ya me hab?a acostumbrado a vivir a contramano de mi marido, escribiendo de noche y durmiendo hasta el mediod?a.

En estos a?os, todos trataron de ayudarme de alguna manera. Cuando era chica, mis padres no me dejaban salir de la cama, ni tomar gaseosas con cafe?na, ni ver televisi?n despu?s de cenar. De m?s grande, mis amigas me controlaban el caf?, me obligaban a acostarme sin computadora, y hasta me regalaron un t? llamado «dulces sue?os» con hierbas sedantes. Los m?dicos, en cambio, se lo atribuyeron a mis problemas de tiroides, me hicieron estudios, me dieron melatonina y me cambiaron la dosis de T4 varias veces. Mi marido me suplic?: quer?a que nos despert?ramos juntos, en vez de cruzarnos al mediod?a, para almorzar juntos.

Todos tuvieron su teor?a menos yo. Le echaron la culpa a mis h?bitos, a mi falta de voluntad, a una posible tendencia al caos y la desorganizaci?n. Me pidieron que me esforzara y tratara de acoplarme al mundo que amanec?a a las nueve, desayunaba, y se iba a trabajar a sus oficinas, pero fue imposible. En treinta y tres a?os, lo mejor que pude hacer fue dormirme a las tres de la ma?ana y despertarme a las diez y media, sin reaccionar del todo hasta el mediod?a.

Mis h?bitos (no dir? insomnio porque yo siempre pude dormir, s?lo que de d?a) fueron siempre un misterio, hasta hace unos d?as, cuando me cruc?, de casualidad, con una teor?a, que todos conoc?an menos yo . Al parecer, desde hace much?simo tiempo que los cient?ficos dividen a la gente en dos cronotipos llamados b?hos y alondras, de acuerdo a su rutina de sue?o. Los b?hos se despiertan tarde y est?n alerta durante la noche, cuando son m?s productivos. Las alondras, en cambio, encuentran su pico de actividad en la ma?ana y llegan a la noche cansados, con las ?ltimas energ?as. Para algunos investigadores, es un h?bito relacionado con el ambiente, la cultura, el entorno familiar. Para otros, una suerte de reloj biol?gico determinado gen?ticamente, que se manifiesta desde peque?os. Por m?s que no est? comprobado, algunas pruebas son irrefutables: hay hermanos que viven en la misma casa, con los mismos padres, siguiendo la misma dieta, y la misma rutina, y as? y todo uno se levanta bien temprano para jugar, mientras que al otro hay que arrancarlo de la cama para que vaya a jugar.

Yo, por ejemplo, siempre fui b?ho, pero nunca lo supe. Nunca me dejaron serlo, en realidad. Las alondras me molestaron con sus cantitos ma?aneros, su prepotencia madrugadora y sus argumentos acerca de «lo mejor», «lo normal» y «lo que hacemos todos» durante casi treinta y tres a?os. En vano les cit? varios personajes exitosos que hab?an encontrado en la noche su forma de vivir, diferente, pero efectiva. Nada funcion?. Me siguieron diciendo que no pod?a vivir al rev?s del mundo, que ten?a que cambiar. Por suerte para ellas, los b?hos somos callados y discretos. Iremos a contramano, s?, pero al menos sin molestar a nadie y en silencio.

*Carolina Aguirre se recibi? de guionista en la Escuela Nacional de Experimentaci?n y realizaci?n cinematogr?fica (ENERC) en el a?o 2000. Es autora de los blogs Bestiaria (que se edit? como libro bajo el sello Aguilar en 2008) y Ciega a citas, que adem?s de transformarse en un libro se transform? en la primera serie de televisi?n adaptada de un blog en espa?ol. Colabor? con diversos diarios y revistas como Joy , Cr?tica de la Argentina, In, Metr?polis, Gataflora, Ohlal? y La mujer de mi vida. Como guionista escribe para televisi?n y publicidad en canales y productoras como Pramer, Promofilm, Mandarina y Camilo Ad Hoc. Actualmente es columnista del programa Ma?ana es tarde , en Radio del Plata AM 1030 y en su blog Wasabi , en Planeta Joy. Se encuentra trabajando en su pr?ximo libro, que saldr? directamente en papel en noviembre del 2011, por el sello Aguilar.

 

La siesta de las neuronas

El sue?o es algo tan necesario como misterioso. El cerebro debe descansar cada cierto tiempo y cuando no lo hace lo suficiente sufre alteraciones. Poner la cafetera sin agua, la lavadora sin detergente…

Peque?os fallos que, seg?n una investigaci?n, pueden deberse a que nuestras neuronas, cuando est?n cansadas, entran en cortos estados de letargo de manera individual. Un descubrimiento que combate la idea de que el cerebro duerme como un todo.

«Si permanecemos despiertos demasiado tiempo, estamos cansados y varios estudios han demostrado que hay lapsus de atenci?n, toma de malas decisiones y fallos frecuentes en pruebas cognitivas, incluso cuando el sujeto no se siente especialmente adormilado», explican los autores del trabajo en las p?ginas de la revista ‘Nature’.

Los estudios muestran que en esos momentos hay cambios en la fisiolog?a cerebral, tal y como refleja el encefalograma y las pruebas de imagen, pero «los cambios en la actividad neuronal apenas se conocen», se?alan. Para averiguarlo, implantaron peque?os electrodos en la corteza motora frontal y en la corteza parietal de 11 ratas y monitorizaron la actividad de varios grupos neuronales.

Privando a los roedores del sue?o, los investigadores observaron un curioso fen?meno. A pesar de que estaban visiblemente despiertas, algunas de las neuronas de las ratas mostraban patrones de actividad el?ctrica caracter?sticos del sue?o (menor y m?s s?ncrona). Incluso dentro de un grupo neuronal medido con el mismo electrodo, algunas c?lulas dorm?an durante unos instantes.

«Esto suced?a en unas pocas neuronas», explica Chiara Cirelli, catedr?tica de Psiquiatr?a de la Universidad de Wisconsin-Madison (EEUU). «Por ejemplo, de 20 c?lulas monitorizadas en un experimento, 18 se mantuvieron despiertas. Las otras dos mostraban signos de estar dormidas», a?ade la autora.

Estas peque?as siestas selectivas eran m?s frecuentes cuanto m?s tiempo pasaba el roedor despierto y se asociaron con un aumento en los errores cometidos por los animales en una sencilla prueba (conseguir una bolita de az?car). «Aunque ?sta es la conclusi?n m?s especulativa del estudio -subraya un art?culo que acompa?a al trabajo- los datos obtenidos por los autores proporcionan una base para comprobar esta hip?tesis».

Este descubrimiento profundiza un poco m?s en los misterios del sue?o. Este mecanismo podr?a ser un signo de mala adaptaci?n pero tambi?n una evoluci?n positiva, como ya se ha observado en otros animales, por ejemplo las orcas, que descansan un hemisferio cerebral mientras el otro permanece activo para poder mantenerse a flote.

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El Sueño de los Niños

El sue?o de los ni?os, al igual que la alimentaci?n y los buenos h?bitos, nos garantizan que  crezca correctamente, en consecuencia su cerebro, fundamentalmente, tambi?n se desarrollar? correctamente.

Los h?bitos de alimentarse y dormir son los m?s importantes y cambian seg?n la cultura del lugar donde se transmite; nosotros los argentinos y en general los occidentales tenemos ciertas costumbres que los orientales cambian, por ejemplo comemos con cubiertos y sentados a una mesa, los orientales comen en tazones y con palillos; pero es importante que en cuanto al sue?o seamos consientes que la biolog?a manda y debemos respetar la naturaleza de nuestro organismo, el ni?o en el primer a?o de vida debe dormir entre once y doce horas por cada veinticuatro. Y a partir de los seis o siete meses debe dormir en su cuna o cama s?lo y sin luz ni ruidos como m?sica, radio o televisor.

Como es un h?bito debe adquirirse progresivamente, como lo es aprender a comer y a moverse, para esto el ni?o debe reconocer las se?ales que los padres con seguridad les transmitan, por ejemplo: llegado el momento de dormir lo anticipa un ba?o relajante, una leche tibia, un ambiente familiar relajado, libre de ruidos fuertes, que conduzcan al ni?o a su habitaci?n con luz tenue y que luego se apagar?,  con caricias y susurros, invitarlo a dormir; el sue?o debe realizarse sin fragmentaciones, osea sin despertares hasta la ma?ana, sin llanto y sin otros s?ntomas que indiquen enfermedad como ronquidos, ahogos, v?mitos, gritos, llanto, dolor, sobresaltos, etc.

El momento del sue?o es primordial para el desarrollo del cerebro, este nace inmaduro, es un ?rgano que nace ?vido de aprender y cada aprendizaje deja una impronta en su arquitectura, el sue?o se encarga de cementar lo aprendido durante el d?a, as? el ni?o recuerda las distintas caras que conoci?, los diferentes aromas a los que fue expuesto, el sabor de distintas comidas que mam? prepar?.

Por el contrario un ni?o que no durmi? respetando cantidad de horas, horario nocturno, y sin despertares es un ni?o que en lo sucesivo va a tornarse irritable, distra?do, con cambios en su conducta y emociones; esto tampoco sucede por no dormir bien una noche, esto sucede si los h?bitos, o sea la costumbre repetitiva de los actos del dormir, no son los adecuados y se convierte en un mal h?bito, por lo tanto estamos hablando de cronicidad, mucho tiempo desuceder lo mismo.

As? como vemos cambiar en el tiempo la conducta del ni?o, interiormente el cerebro tambi?n cambia porque al no dormir correctamente se estresa, no crece adecuadamente y por lo tanto, m?s tarde evidencia ese estr?s con s?ntomas deficitarios del aprendizaje.

Como ven, dormir bien nos asegura un ni?o sano, conductualmente y emocionalmente; es la obligaci?n de los padres proveer esta posibilidad de buen h?bito de vida y es el derecho del ni?o poder crecer sano para desarrollarse como un adulto sano.